21 junio, 2007

Mi naturaleza, mi confusión

Hace tiempo, enfrascada en Memoria de mis putas tristes del señor Marquez, encontré entre sus páginas una descripción de la verdadera naturaleza del personaje con el que me sentí gratamente identificada. Y digo gratamente porque sentí un alivio tan grande cuando lo ví escrito que empecé a mirar a mi yo oscuro con otros ojos.

Descubrí que mi obsesión de que cada cosa
estuviera en su puesto, cada asunto en su tiempo,
cada palabra en su estilo,
no era el premio merecido de una mente en orden, sino al contrario,
todo un sistema de simulación inventado por mí
para ocultar el desorden de mi naturaleza.

Descubrí que no soy disciplinado por virtud,
sino como reacción a mi negligencia;
que parezco generoso por encubrir mi mezquindad,
que me paso de prudente por mal pensado,
que soy conciliador por no sucumbir a mis cóleras reprimidas,
que sólo soy puntual para que no se sepa cuán poco me importa el tiempo ajeno.

Descubrí, en fin, que el amor no es un estado del alma
sino un signo del Zodíaco.

Gabriel García Marquez. Memoria de mis putas tristes.

¿Cuántas veces nos negamos a nosotros mismo nuestras evidencias?. Yo, constantemente.